El domingo, celebramos junto con nuestro párroco, sus 50 años, de su ordenación sacerdotal.

Llevamos en secreto, las actividades, hasta el final de la Eucaristía.

El grupo de música, cantó para él, El Peregrino, de Ricardo Cantalapiedra, a quien conoció de estudiante.

Después los peques y medianos, le cantaron, Color esperanza.

Se leyó un escrito, dándole las gracias, por haber aceptado venir a S. Joaquín, cuando estaba muy asentado en Cueto. Fue un acto de total generosidad. Aquí no sabía cómo se le iba a recibir.

Mientras se cantaba, un grupo de adolescentes, desplegaba una pancarta, dándole las gracias, tiraba globos y coreaba su nombre.

Los peques le entregaron un cuadro, donde reflejaban que él era la raíz que sostenía el tronco y daba sus frutos, eran ellos, representados en unas hojas que estaban hechas con sus huellas.

Toda la comunidad le regaló un Alba y un libro, comentando el texto del beato de Liébana, con bellas reproducciones, interviniendo Echegaray.

Miguel, como siempre, con su dedicatoria, fue, sin duda, quien más lo emocionó.

La comunidad, preparó en los locales un sencillo picoteo, para junto con hermanos de Pepe, alargar un rato la celebración.